Ya hace algunos años que tejo todos los días y si bien puedo decir que en el 99% de las oportunidades me he encontrado con una mano amiga o a partir de este hermoso oficio he conocido a gente fantástica a través de todo el mundo, debo reconocer que el camino no ha estado exento de baches. Pues bien, hace sólo pocos años atrás y aunque existen muchos hombres que se han volcado a esta disciplina, no era fácil ver a uno de ellos haciéndolo públicamente o de hacerlo, había cierto resquemor a enfrentar burlas, comentarios o derechamente ser violentados por el simple hecho de realizarlo (cosa que viví en persona).
Hace pocos días, la imagen del campeón olímpico Thomas Daley tejiendo mientras miraba la presentación de un deporte ha causado sensación en medios y es que aún resulta curioso ver a un hombre tejer, pero la sociedad lo acoge de otra manera. La imagen de Tom no solo es un hecho curioso o simpático, sino que visibiliza a gran parte de nuestra comunidad tejeril que se ha sentido discriminada por algo que es solamente otro quehacer humano y que hoy puede mostrarse orgullosa, siento que a pesar de toda la contingencia que hemos vivido nuestra sociedad ha ido avanzando.
Y bien, aunque resulta aún un fenómeno por lo poco usual que es, es que el tejido no tiene género, raza, edad y es una actividad humana democrática de meditación, sociabilización y aprendizaje como ninguna. ¿Has pensado que te identifica como tejedor/a?, para mí la respuesta está en mis proyectos, es algo que no logro verbalizar pero que si lo tengo muy claro, pues el camino recorrido ha sido único y cada prenda tejida es la cosecha de una larga siembra de educación y aprendizaje.
También el tejido es un espacio fantástico a la herencia donde el conocimiento es parte de un tesoro que se comparte, no conozco prácticamente a nadie que no haya generado redes bajo esta disciplina y que no tenga tutores o aprendices en esto, es una cadena infinita de personas que a pesar de la pandemia está más viva que nunca.
Otra cosa que valoro mucho de este espacio tejeril es que siendo una actividad hoy por hoy mayoritariamente femenina han sido las propias mujeres quiénes han propiciado y facilitado las puertas a los hombres para ser parte de ella otorgando y compartiendo sus propios conocimientos, intereses, cultura y arraigo con la disciplina de manera generosa. Me cuesta pensar en una actividad mayoritariamente masculina en donde la situación se de manera similar, pero en el sentido opuesto.
Me encanta ver a la gente tejer, lo primero que miro es la postura porque solo con la posición de las manos es posible deducir la técnica empleada que hay detrás y descubrir o suponer parte de su herencia tejeril. Es lindo ver tejer a alguien porque empatizo con ese sentimiento al momento de tomar las agujas o el ganchillo o cualquiera sea la técnica empleada, me transporta a ese momento único que solo entendemos quienes nos apasiona esto.
Me alegra pensar que esa sociedad diferente a la que conocí en su momento ha cambiado, hoy creo en un futuro libre de estereotipos donde las nuevas generaciones se desarrollen sin prejuicios y donde las actividades humanas sean para tod@s por igual.
Hola Felipe, a mí me llegó a chocar un poco verlo por todos lados, pero es bueno leer la perspectiva de otros y comprender ese lado de que al final ayuda a visibilizar e incluir, así qué gracias por compartir éste enfoque.